domingo, 3 de junio de 2012



 Antecedentes Religiosos Personales.


Comenzaré hablando como todo mundo, cuando comienza a hablar de antecedentes personales en un libro. Cuando era niño, recuerdo muy bien la sensación que tenía cuando mi mamá me hablaba acerca de un ángel guardián que siempre me acompañaba para protegerme, esta sensación era agradable ya que en mi cabeza se procesaba como un sentimiento de seguridad y de acogimiento, un sentimiento completamente diferente del que tenía cuando mi mamá (casi en el mismo enunciado) me decía que no me portara mal, ya que aunque ella no podría verme, con seguridad ‘Dios’ me estaría vigilando, y sin duda de ‘Él’ no me escaparía. Después de saber esto, mi sentimiento que, aunque como ya comenté no era el mismo, requería del mismo tipo de razonamiento de mi parte, en el sentido de creer en una persona invisible consciente de mi todo el tiempo. Aquél guardián no era alguien al que yo le pudiera preguntar el camino de regreso a casa, yo me encargaba de eso, ni tampoco me podría avisar si corro algún peligro al caminar por algún callejón donde se encontraran niños malos, el se encargaría de guiar delicadamente mi mano  por el camino seguro y yo solo tendría que actuar normalmente, siempre agradecido de ‘Él’. La tarea de dios como un ‘policía invisible’ era un poco más intimidante para mí, por razones obvias. Significaba que, aunque tuviera todo a mi favor para robarme un pastelito de la cooperativa, o quitarle el lonche a mi amiguito, a pesar de que yo tuviera más hambre que él, o teniendo la posibilidad de saltarme una clase, o decir una grosería,  existía una persona invisible que me miraba, y en el instante de que yo me atreviera a hacer algo que él determinara que está mal, yo estaría  seguro que iría con el chisme a algún lugar, en el peor de los casos al lugar donde se encontrara mi mamá, y ella ya se encargaría de propinarme mi merecido, o bien en el mejor de los casos para mi, que decidiera anotar en una lista todas las maldades que hice y después de compararlo con la lista de cosas buenas, asegurarse de que recibiera mi merecido al final de mis días en esta vida. Lo único que yo tenía en la cabeza para dormir tranquilo era esperar que la balanza siempre estuviera del lado de lo bueno. Día tras día yo demostraba mi característica adquirida de obediencia a mis autoridades y acataba lo que mi mamá me recomendaba, que englobado en una oración decía: “No hagas cosas que a Dios le puedan hacer enojar y ve con cuidado que un angelito te protege”.

La consistencia entre las versiones que me daba mi mamá acerca de la persona que me protegía y la que me vigilaba, presentaban diversas variaciones, en ocasiones Dios tenia ambos papeles de protector y vigilante, en ocasiones era Dios el vigilante y la Virgen de Guadalupe la protectora, en algunas otras el Diablo era el vigilante y el ejecutor del castigo. Diferentes personajes que en mi cabeza se interpretaban de formas muy diversas, (casi como película de dibujos animados) encajaban en la idea de mantenerme en línea. Y simplemente así, con todas las bendiciones que permite un minuto de oración en casa me dirigía diariamente a la escuela.

En honor a la verdad no recuerdo la ocasión que mi mamá me haya recomendado hacer el bien por el bien mismo o cuidarme por  mi propio bienestar. O bien, se haya propuesto la idea de que, dado el hecho de que yo de antemano creía en lo que ella me decía y recomendaba para hacer el bien y andar con cuidado cuando nadie se encuentre alrededor, De todos modos yo me portaría bien y andaría con precaución. Ella necesitaba estar segura de que yo tendría que acatar dichas recomendaciones, a pesar de que no la tuviera a ella a mi lado como siempre había sido cuando yo era aún más pequeño. Ahora que necesitaba empezar a valerme por mi mismo, al menos para asistir a un día de clase ¿Realmente fue la mejor idea de ella presentarme ante personas invisibles y desconocidas para yo aplicar mis valores de responsabilidad y amor propio? Claro que es una pregunta que no sé la respuesta. Tal vez ni mi querida madre conozca esa respuesta, pero yo apostaría a que mi figura de autoridad total, mi madre, tendría que haberme dado instrucciones y yo las acataría de cualquier modo, dado que es mi mamá. Y ella es la última persona que me ve salir de la casa con bien.

 Aunque apuesto también por el razonamiento científico natural de descubrir por uno mismo lo que resulta y no resulta perjudicial, es probable que a esa edad nos gane el instinto de obedecer a la figura de autoridad, por ejemplo, ¿imagina usted, amable lector, a un niño primitivo viviendo en las cavernas, desobedeciendo a sus padres y dirigiéndose a experimentar ‘que se siente’ ir a jugar con el cocodrilo? O ¿‘que se siente’ ir a jalarle la cola al tigre? Cualquier experimento a esa temprana edad que requiera un razonamiento científico resultaría en un niño muerto, y obviamente un niño que no tuvo hijos para pasar sus conocimientos y experiencias de la vida.

Volviendo al tema del bien por el bien mismo. ¿Por qué no supuso que yo iba a obedecer de cualquier manera? Guardián invisible o no, si la simple explicación de mi propio bienestar bastaba para que yo no intentara algo de lo que me pudiera arrepentir o que no me gustaría que me sucediera estando solo en la calle. Policía Invisible o no, debido a que yo podría encontrarme en la misma situación que uno de mis compañeritos al ser víctima de robo o abuso (verbal o fisico). 
Para mi madre se trataba de una niñera invisible (para ahorrar términos) que probablemente ella tuvo cuando niña y a su vez mi abuela le presentó, ella simplemente aplicó las palabras que se pronunciaron muchos años detrás de ella, por lo menos desde el tiempo de las escuelas públicas. Niñera invisible que vive y tiene toda la experiencia del mundo y de la historia en cuidar muchos niños y en anotar maldades para posteriores ocasiones. Y lo mejor de todo: Niñera Gratis.

Lo siguiente es un sentido imaginativo: Yo conozco la respuesta a mi anterior pregunta, que a continuación repetiré: ¿Realmente fue la mejor idea de mi madre, el presentarme ante personas invisibles y desconocidas para yo aplicar mis valores de responsabilidad y amor propio? La respuesta es: Si. Efectivamente, Los seres humanos a temprana edad irremediablemente necesitamos esas figuras invisibles e inalcanzables para portarnos y hacer el bien, y sentirnos protegidos. (Aquí termina el sentido imaginativo) Realmente suena ridículo estar escribiendo esa respuesta pero la necesito para proponer lo siguiente, espero no estar cayendo en una falacia de hombre de paja.

Cada año a los niños, de alrededor de 3 y 13 años de edad se les fomenta una tradición anual, la cual esperan durante todo el año. En sí misma tiene diferentes presentaciones y envases, pero como no es motivo de discusión en estos momentos, para agrupar todas esas variaciones del mismo concepto voy a usar la figura de Santa Claus. Cada 25 de Diciembre se celebra en casi todo el mundo las fiestas de navidad. Los padres acercan regalos a sus respectivas familias en la tradición que cada cultura lo dicte y llevan a cabo la entrega de regalos, dando el merito de dicho regalo a la figura comercial de Santa Claus. Cuando los niños tienen la suficiente edad para preguntarse a sí mismos, ¿cómo es posible que en lo corto que dura la noche, Santa Claus tenga tiempo para entregar tantos regalos a tantos niños? ¿Cómo es posible que Santa Claus entregue los mejores regalos a los niños que ya tienen juguetes bonitos? ¿Por qué si el regalo que recibo es el premio por haberme portado bien todo el año, los niños que se portaron mal tienen un regalo (posiblemente mejor que el mío) también? ¿Es Santa Claus la misma persona que me vigila cuando voy a la escuela ya que también sabe si me porto bien o mal? ¿Porqué si sabe todo acerca de mi le tengo qué escribir una carta con todo lo que quiero?  En el área de sistemas computacionales se utiliza como buena práctica el no hacer información redundante. ¿Cómo es posible que la niñera invisible universal gratuita no se haya puesto de acuerdo con  Santa Claus el tener una sola lista la cual pudieran compartir?, si comparáramos ambas listas, ¿habría una relación perfecta?

Tal vez me arriesgue en este punto a sonar algo amargado o rencoroso por el hecho que de niño Santa Claus nunca me trajo los regalos que yo le pedía, pero ya que las personas que están en desacuerdo con mis puntos de vista tratan de hacer hipótesis todo el tiempo de las causas por las cuales tengo opiniones como ésta, no me voy a evitar de proponerlo. El caso es que, cuando de niños llegamos a aplicar la lógica a la que todos llegamos, es casi seguro que los padres optan por sincerarse son sus hijos y deciden aceptar que todo éste tiempo han sido ellos los encargados de cada regalo, en cada ocasión, y tal vez por el hecho de que han sido ellos los que han entregado los regalos todo este tiempo, les perdonaremos el ‘ligero’ detalle de habernos mentido durante la mayoría de nuestra infancia. Es difícil que un niño tome rencores a esa edad, pero ¿qué tan perjudicial puede ser para un niño, por un lado enseñarle a no decir mentiras y por el otro estarle diciendo una del tamaño de todo el año? ¿Qué tan arriesgado será mandar el mensaje de que mientras no te des cuenta, no es una mentira? ¿Qué tan arriesgado es ese doble mensaje?

Mi escenario imaginativo dice que los niños necesitan la figura de niñera invisible para ser protegidos y portarse bien. ¿Qué no deberíamos hacer lo mismo con esa niñera invisible que con Santa Claus? Y me refiero a respetar la tradición, pero no darle más ni menos validez que un cuento que se les dice a los niños para conservar su inocencia. Pero mi propuesta tiene validez en mi mundo imaginativo. Sucede que cuando traslado mi ejemplo de la imaginación a la vida real, afortunadamente no tiene la misma validez que en su contraparte. En un ejemplo real, los niños son lo suficientemente inteligentes para reconocer lo bueno de lo malo, y conscientes de que hay peligros a los que están sujetos estando solos en la calle. La prueba de esto está en los padres ateos, que jamás durante la infancia del niño lo hacen creer en personas imaginarias que lo vigilan y protegen, y a pesar de eso tienen hijos prósperos y ciudadanos responsables, aun cuando no tienen ningún valor religioso de respaldo. Un niño pregunta todo el tiempo y si se le responde con respuestas directas y argumentos razonables, en lugar de con cuentos de fantasía e historias tradicionales, es posible que entienda con mejor claridad los daños reales y las situaciones en las cuales puede correr peligro, o hacer algo que resulte en un daño para un niño como él. ¿Es en realidad un problema natural del niño que se le tenga que explicar con fantasías e historias? O más bien se trata de deslindar de responsabilidades exclusivas de los padres y delegar a entidades invisibles o tradiciones el desarrollo integral que se da a la temprana edad de un ser humano.

No soy físico, pero esto a continuación transcribiré el posible razonamiento de un físico para ayudar a los papas a mantener vivo la ilusión de Santa Claus a sus hijos.

Santa Claus es REAL
Ignora lo que todos los niños malos más grandes te intentan decir, Claro que existe. De hecho incluso no es tan difícil de comprobar. Lo primero que debes hacer es entender que hay un número infinito de universos. De hecho, hay tantos, que no solo somos incapaces de contar cuantos universos existen en los que recordaste ponerte desodorante el día de hoy, Tampoco podemos contar en los que no lo hiciste, NI en cuántos de esos universos ni siquiera naciste con axilas.
Así que esto significa no solo que Santa Claus existe, el podría existir por lo menos la mitad de todo el infinito numero de universos. “¡pero claro!” los niños malos aún podrían decir “Incluso si santa es real en la mitad de los universos posibles, nuestro universo puede ser uno de aquellos en los que no existe”
Bueno, también eso podría ser verdad, Pero con un número infinito de universos eso significa que no solo existe al menos un Santa Claus que puede viajar entre universos, sino que al menos hay UN Santa Claus que puede viajar a Nuestro universo.
Así que aférrate a tu esperanza infantil y sigue esperando felizmente por Santa. Y si los niños malos más grandes todavía siguen diciendo “na-ah” puedes ignorarlos. No entienden de Física.
Felices Fiestas, Niños, De Todas las edades.

Da a pensar que es una nobleza de parte de la física tomarse un tiempo de las preguntas reales que debemos atender como el origen del universo y las posibilidades de otros universos, para atender asuntos que deberían estar solo en nuestra cultura como algo que alguna vez existió y ya debimos superar. Pero de alguna manera hay todavía que satisfacer esa necesidad primitiva.
Yo estoy seguro que la mayoría de los padres que aplican los conceptos que he mencionado están en igualdad de circunstancias que los padres que hablan a sus hijos de manera directa, con la gran diferencia de que no se pedirá al niño que crea en cosas que jamás podrá comprobar y tampoco se le envía el mensaje de que, en ciertas ocasiones, está permitido mentir, lo cual ya representa una ventaja en términos de valores que se desean ser conservados y transmitidos.

En mi experiencia personal, mi dilema con la creencia en los ángeles y dioses creció en el momento que me enteré que existían religiones distintas a la que mis papás me habían enseñado. En este punto inevitable de la vida, fue fundamental para mí la información que me entregaron mis padres en ese momento. Es ciertamente un punto de inflexión, tan importante que a la fecha recuerdo el momento exacto y la persona por la cual me enteré de otras religiones, y para mí se traduciría como una diferente posición en la vida. Mi buen amigo Isaac. Siendo un compañerito de mi escuela, me preguntaba cómo era posible que, viviendo en la misma zona, colonia, y asistiendo a las mismas clases, sus creencias fueran distintas. Las respuestas de las figuras paternas en el momento que los niños llegan a ellos a preguntarle acerca de la religión de sus amiguitos pueden variar bastante. Están los padres que le explican al niño (como fue mi situación) que simplemente es cuestión de cómo se le nombra al mismo dios, y las tradiciones varían, como varía por ejemplo el lenguaje y la indumentaria. Es decir, están aceptando como padres que las creencias y las costumbres son solamente tradiciones que varían de un lugar a otro, pero sin embargo la figura principal de autoridad invisible y consciente de todo prevalece, y de esa no nos escapamos.

La lección de esta sección deseo terminarla con un trozo de sabiduría que pudo haber servido al primero de los padres que inventó tal cosa como “el dios que todo lo vigila para enviar a su niño a la escuela”

El profesor de filosofía les preguntó a sus alumnos solo una pregunta para su examen final, la pregunta fue:
“¿Como me convencerán de que la silla frente a ustedes es invisible?”
Tomó a todos los estudiantes 1 hora para finalizar la escritura de su respuesta, excepto por el mas holgazán de los alumnos que tardó solo 5 segundos. Después de ese día, los resultados fueron dados. El estudiante flojo fue el de la mayor puntuación, ¿Sabes cuál fue su respuesta?
¿Cuál silla?
Lección:
No hagas las complicadas las cosas sencillas.
http://mendel.soup.io/

1 comentario:

Unknown dijo...

.......santa existe o no?
es un tema delicado aunque comparto tu falta de religión creo k no esta del todo mal......sobretodo en vacaciones de semana santa jeje
exelente post